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4 de julio de 2007

La pobreza, la exclusión social y el desarrollo

La pobreza ha sido definida como “…un proceso complejo de escasez de recursos económicos, sociales, culturales, institucionales y políticos que afecta a los sectores populares y que está asociado principalmente a las condiciones de inserción laboral que prevalecen en el mercado de trabajo: inestabilidad, informalidad, bajos salarios, precariedad laboral” (Zicardi). El tema de la pobreza inicialmente se analizó como asociado a la marginalidad, principalmente sobre los orígenes y las estrategias de supervivencia que le son propias.

La teoría de la marginalidad surgió de las reflexiones sobre el cambio social propuestas por los defensores del enfoque de la modernización. Heredera de la perspectiva dualista, trató de explicar la pobreza urbana y la no integración de los pobres recientemente urbanizados en la vida y la economía urbana. Pero pasó rápidamente de una noción geográfica y económica a otra sociológica y psicológica, pasó de ser entendida como la ubicación de viviendas en los alrededores de las ciudades y en enclaves de pobreza en áreas centrales, a la falta total de influencia de esta población en la toma de deci¬siones a cualquier nivel. Pasó de abrir una perspectiva de Derechos Humanos que se situaba en las limitaciones de un grupo poblacional a un conjunto de derechos civiles, políticos, económicos y sociales a la focalización que demostraba una fuerte relación entre marginalidad y vida rural.

Finalmente, se fijó en ciertas características culturales en dirección a la formación de una subcultura que a la vez que producía formas típicas de identificación, generaba autoexclusión de formas de relación e interacción legítimas predominantes en la sociedad para llegar al concepto más reciente de exclusión social que habla de un desempleo de larga duración, de un número cada vez mayor de personas que no tienen vivienda, de nuevas formas de pobreza entre inmigrantes, mujeres y jóvenes, y que así tanto a los grupos marginales como a los grupos nuevos de excluidos del trabajo, del crédito, de los servicios sociales, de la instrucción, de una vivienda en condiciones de dignidad, etc.

Conceptualmente, exclusión recoge el concepto de marginalidad, y lo amplia para abarcar las nuevas formas de exclusión desde diferentes dimensiones: como la fragmentación tridimensional de la sociedad generada por la diferenciación étnica, la alteración de la pirámide poblacional y la pluralidad de formas de convivencia familiar, o como el impacto de la economía post industrial sobre el empleo, generador tanto de trayectorias ocupacionales en una diversidad de itinerarios complejos y dilatados en el tiempo, como una flexibilización irreversible de los procesos productivos en la economía informal, desregulación laboral, erosión de derechos laborales y debilitamiento de esquemas de protección social, o como el déficit de inclusión del estado de bienestar que ha consolidado fracturas de ciudadanía, y el carácter segregador de ciertos mercados de bienestar con una presencia pública muy débil: el mejor ejemplo, quizás sea el del mercado del suelo y de la vivienda.

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